Algunas organizaciones consideran que los datos almacenados in situ son más seguros, ya que no son accesibles a través de Internet y permanecen dentro de los límites de sus instalaciones físicas.

Los datos almacenados in situ minimizan la dependencia de factores externos como la conectividad a Internet, garantizando una accesibilidad y disponibilidad de datos constantes.

Determinados sectores y requisitos normativos pueden obligar a almacenar los datos en ubicaciones geográficas específicas o bajo control directo, lo que hace que el almacenamiento in situ sea la opción preferida a efectos de cumplimiento de normativas.

El almacenamiento in situ suele ofrecer un acceso más rápido a los datos y una menor latencia en comparación con el almacenamiento en la nube, especialmente para aplicaciones que requieren procesamiento en tiempo real o grandes conjuntos de datos.

Aumentar la capacidad de almacenamiento local puede resultar complejo y costoso, ya que requiere adquirir hardware adicional y actualizar la infraestructura.

Implantar medidas sólidas de recuperación en caso de catástrofe para el almacenamiento local puede resultar complicado y requerir sistemas redundantes, generadores de copias de seguridad y copias de seguridad externas para garantizar la resistencia de los datos.

El almacenamiento in situ es más susceptible a amenazas físicas como catástrofes naturales, robos o fallos de los equipos.

Los datos almacenados en las instalaciones pueden ser menos accesibles para los usuarios remotos o los equipos distribuidos, lo que requiere redes privadas virtuales (VPN) u otras soluciones de acceso remoto para una conectividad segura.

Los datos almacenados en la nube son accesibles desde cualquier lugar con conexión a Internet, lo que permite el acceso remoto de equipos distribuidos y trabajadores a distancia, fomentando la colaboración y la flexibilidad.

El almacenamiento en nube suele funcionar con un modelo de pago por uso, lo que elimina los costes iniciales de hardware y reduce los gastos operativos asociados al mantenimiento, las actualizaciones y las sustituciones de hardware.

Los proveedores de almacenamiento en la nube ofrecen funciones integradas de redundancia y recuperación en caso de catástrofe, lo que garantiza la resistencia de los datos y minimiza el tiempo de inactividad en caso de fallos de hardware o catástrofes naturales.

Los proveedores de almacenamiento en la nube se encargan de las actualizaciones de software, los parches de seguridad y las tareas de mantenimiento, garantizando que las organizaciones siempre tengan acceso a las últimas funciones y mejoras de seguridad sin intervención manual.

Las organizaciones que operan en sectores muy regulados pueden enfrentarse a problemas de cumplimiento cuando almacenan datos confidenciales en la nube, ya que deben asegurarse de que los proveedores de la nube cumplen los reglamentos y normas de protección de datos pertinentes.

La transferencia de grandes volúmenes de datos hacia y desde la nube puede suponer costes adicionales, sobre todo para las organizaciones con grandes necesidades de transferencia de datos, como las que realizan migraciones de datos o copias de seguridad a gran escala.

La transferencia de grandes volúmenes de datos desde y hacia la nube puede sobrecargar el ancho de banda de la red, lo que reduce la velocidad de transferencia y puede provocar cuellos de botella.